Tuvo emoción y aunque salía suelto del embroque mantuvo
peligro toda su lidia. Embistió a arreones, fue dosificándose durante toda su
lidia y se vació en cada acción.
Sin ser un toro bravo, no dejo a nadie
indiferente y todo el que pisaba la calle sintió el peligro del castaño de la
Campana.
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